BRINDIS POR EL GÁLLEGO Y POR LA VIDA
Al cumplirse los veinte años de lucha contra la construcción del pantano de Biscarrués, hago memoria de mi vinculación afectiva con ese territorio, en mi particular recorrido como participante o como testigo de las actividades desarrolladas para salvar esos quince kilómetros del Gállego todavía identificables como río.
Corría la primavera de 2001. En Zaragoza, desde el 23 de Abril acampaban en la Plaza de Aragón colectivos de Coagret, en una campaña informativa y reivindicativa acerca de la problemática de los macroembalses del Pacto del Agua, ese eufemismo con mucha agua y poco pacto con todavía hoy que se sigue denominando en esta tierra a los últimos coletazos –últimos, pero muy prolongados- del viejo modo de entender vida y la convivencia en torno a los ríos.
A partir de ahí, a través fundamentalmente del trato personal, pero también en caminatas de protesta, río-rutas paisajísticas, mesas debate, manifestaciones en diversas ciudades, ayunos, actos de animación callejera y foros electrónicos, fui conociendo más sobre el Gállego y otros ríos en peligro, las razones de sus gentes para defenderlos y su coraje para no sucumbir al desánimo.
Después de veinte años transcurridos en La Galliguera, superando momentos difíciles, ya sea gobernando el PP o el PSOE en el estado español –en el Gobierno de Aragón los cambios de siglas nunca han significado novedades relevantes en materia de ríos-, es lamentable que todavía hoy el agua impida a muchos ver el río y que haya tanta cobardía en los políticos para detener proyectos que, lejos de solventar problemas, sólo generan sed añadida, nuevas demandas, más tensión en la arena de la exigencia de caudales, más confusión en el valor y el precio de lo que no está en venta.
Pero en La Galliguera, pacíficamente, se sigue peleando al son de la campana emisaria del Erés que pudo quedar inundado, peleando como hacen los de Artieda, los de Mularroya y todos los que desconfían de la adormidera de las medianías, que ya no se dejan engañar por los oportunismos y entienden que el tema del agua en Aragón merece un tratamiento mucho más profundo que relajarse en el espejismo del desaparecido trasvase del Ebro –desaparecido por ahora...- o dejarse deslumbrar por la Expo y su lema de una sostenibilidad más sometida al guión del hormigón que a la realidad del río.
Por todo ello, en una jornada de celebración y esperanza en La Galliguera, -celebración y esperanza ampliables a todos los ríos del mundo-, sólo me resta felicitar a quienes no se rinden y sumarme de todo corazón a un brindis por el Gállego y por la vida.