Nieve por un tubo. Desnivel, El Pais, Aragón Digital, 21 de Enero de 2007
La mayoría de los servicios meteorológicos oficiales europeos predicen en las próximas décadas un promedio de temperaturas más altas de lo normal. Estas predicciones en los macizos montañosos españoles se traducen en una reducción promedio de las precipitaciones de nieve y de la duración de la innivación, sobretodo en cotas de altura no muy elevadas.
Todas las estaciones de esquí alpino españolas utilizan masivamente la producción artificial de nieve mediante cañones, un recurso que debería ser de uso esporádico y controlado debido a su elevado coste hídrico, energético y medioambietal.
Mientras que los vecinos controlamos el grifo o apagamos las luces para ahorrar, los promotores de las estaciones de esquí, a pesar de poseer todos los sellos medioambientales exigidos por las administraciones autonómicas, despilfarran agua y energía.... por un tubo.
Basta tener en cuenta que una hectárea de esquí innivada artificialmente requiere más del doble de agua que el cultivo de un campo de maiz del mismo tamaño. El agua que precisan paramantener las 1200 hectáreas de pistas innvadas es del orden de 5 millones de m3, que se obtienen de la acumulada en grandes balsas en primavera y verano, captación de agua en el nacimiento de los ríos o incluso una pequeña parte de agua potabilizada. Los casi de 4000 cañones españoles de nieve artificial disponen de una potencia aproximada de 70 MW y consumen alrededor de 35 millones de kWh.
Comparen estos datos con los que requiere cualquier población mediana o con la que requiere la totalidad de las poblaciones de los valles correspondientes, antes de que la fiebre de la construcción multiplique el número de viviendas por 20 o 30 y realimente de forma definitiva la insostenibilidad del actual modelo turístico de la nieve.
Todas las estaciones de esquí alpino españolas utilizan masivamente la producción artificial de nieve mediante cañones, un recurso que debería ser de uso esporádico y controlado debido a su elevado coste hídrico, energético y medioambietal.
Mientras que los vecinos controlamos el grifo o apagamos las luces para ahorrar, los promotores de las estaciones de esquí, a pesar de poseer todos los sellos medioambientales exigidos por las administraciones autonómicas, despilfarran agua y energía.... por un tubo.
Basta tener en cuenta que una hectárea de esquí innivada artificialmente requiere más del doble de agua que el cultivo de un campo de maiz del mismo tamaño. El agua que precisan paramantener las 1200 hectáreas de pistas innvadas es del orden de 5 millones de m3, que se obtienen de la acumulada en grandes balsas en primavera y verano, captación de agua en el nacimiento de los ríos o incluso una pequeña parte de agua potabilizada. Los casi de 4000 cañones españoles de nieve artificial disponen de una potencia aproximada de 70 MW y consumen alrededor de 35 millones de kWh.
Comparen estos datos con los que requiere cualquier población mediana o con la que requiere la totalidad de las poblaciones de los valles correspondientes, antes de que la fiebre de la construcción multiplique el número de viviendas por 20 o 30 y realimente de forma definitiva la insostenibilidad del actual modelo turístico de la nieve.
Nieve por un tubo. El Periodico de Aragón, Diario Alto Aragón, Metro (versión Aragón)
Mientras que vecinos, agricultores, defensores del Ebro y promotores sinceros del desarrollo sostenible y uso racional del agua y la energía en la Expo-2008 intentamos ahorrar, nuestra peculiar empresa Aramon, bendecida con todos los sellos medioambientales por la administración autonómica, derrocha agua y energía por un tubo para innivar sus 100 km de pistas con unos 1.000 cañones de nieve que consumen 1.5 millones de m3 de agua (la suficiente para el cultivo de 900 hectáreas de maiz), disponen de una potencia de casi 20 MW y consumen casi 10 millones kWh por temporada.
Comparen los datos anteriores con los que precisa cualquier población mediana o con la que requiere la totalidad de las poblaciones de los valles correspondientes, antes de que la fiebre de la construcción multiplique el número de viviendas por 20 o 30 y realimente de forma definitiva la insostenibilidad del actual modelo turístico de la nieve.
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